
Mucho se ha especulado sobre el fin del mundo, el temido año 2000, el anticristo o el Papa negro, pero ya no somos pocos los rechazamos teorías tan inverosímiles y vislumbramos el fin de nuestro planeta tal como lo conocemos, gracias a nuestras manos.
Esta lamentable situación se debe a la peor plaga que ha azotado la Tierra: el ser humano. Sobraría detallar cada una de las perversas, conscientes y por demás lucrativas atrocidades que han ocasionado nuestra inminente extinción. El punto es que las llamadas de alerta son cada vez más fuertes.
El pasado lunes el ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, recibió el Premio Nobel de la Paz. Si lo merece o no, es otro tema, pero bien ha hecho en promover una extensa campaña en donde pide cese la guerra contra nuestro mundo y hagamos las paces con él; no sólo los gobiernos y emporios petroleros o industriales, sino cada uno de nosotros con pequeñas pero valiosas acciones.
El día de hoy el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon advirtió durante la reunión en Bali, que de no enfrentar el calentamiento global la raza humana muy pronto desaparecerá, lo cual no estaría nada mal, por cierto. Desgraciadamente los poderosos son los que perecerán al último (único propósito del poder).
Estados Unidos hace diez años rechazó firmar el Protocolo de Kioto, dejando en claro, junto con sus guerras ficticias, el tráfico de armas, drogas y marcianos, que no le interesa velar por las personas. Por lo tanto, debemos ejercer el compromiso de prevenir nuestro fin por el simple hecho de que llegamos al último a este planeta y por si queremos darle algo de dignidad de vida a las futuras generaciones.
Desde nuestra trinchera, tenemos la posibilidad de combatir el cambio climático, las temperaturas desérticas y lluvias torrenciales en invierno, el dióxido de carbono como elemento vital y el uso de respiradores artificiales en vez de pulmones. ¿Cómo? Muy simple:
- Disminuir el consumo de combustibles y energía. No seguir incrementando el emporio de empresas como Pemex y la CFE, que no son de nosotros, al menos yo no he recibido ni un sólo peso de ellas.
- Separar la basura. No tirar pilas. Reciclar.
- Cuidar el agua
- Plantar árboles
Son muchas las posibilidades que están nuestras manos. Es cuestión de creer y de saber que el fin se acerca, pero sobre todo... que no es broma.