15 nov 2007

¿ELLA O EL?

Justificada o injustificadamente,
por derecho o por tradición,
a lo largo de la historia la mujer nunca
ha contemplado la inmensidad de la Tierra
como lo ha hecho el varón.

Es cierto, vivimos en una sociedad androcéntrica,
“machista” le llaman algunos.

Tal vez no se interpretó bien a Protágoras
y efectivamente se creyó que el hombre
era la medida de todas las cosas.

Desde entonces la mujer calló, sufrió, se encerró,
no estudió, no trabajó y al hogar se dedicó;
el varón abusó, la menospreció y la humilló.

Y no fue hasta dos mil años después
que la mujer cayó en cuenta de que no era un ente más;
que tenía valores, pensamientos y sentimientos.

Es en ese momento cuando un pequeño sector de ellas
daría lugar al “feminismo”, que vendría supuestamente a ser
la antítesis del “machismo”.

Pero su presencia sólo puede entenderse
bajo la presencia del machismo, es decir,
el feminismo encuentra su posibilidad de ser
en la lucha contra aquello que no lo valida.

El feminismo encuentra su sentido y su razón de ser
en el objeto de su negación.

El machismo también lo genera y lo fomenta la mujer,
no sólo con las viejas actitudes y la baja autoestima
de nuestras madres de antaño; su incursión en la vida
política, económica, social y deportiva ha sido al estilo
machista, perpetuando el modelo de la masculinidad dominante.

El día que la mujer deje de sentirse menos
y no luche por ser como un hombre,
cuando deje de haber instituciones inocuas que
defiendan lo que ella sola puede defender,
entonces habrá equidad.

El ideal no es la igualdad absoluta;
no se trata de que las mujeres sean hombres,
sino de que hombre y mujer gocen de la misma
dignidad como personas.

Porque queramos o no, somos iguales en esencia,
pero diferentes por naturaleza.

14 nov 2007

ENVIA GANA... ¿Y GANAS?

Mucho podría escibirse sobre el desastre de nuestros hermanos en desgracia de Tabasco, sobre el presupuesto del 2008, la popularidad de Calderón, las abejas en la Champ Car, las inversosimilidad de la liga de futbol mexicana o de los comentarios en en estado de ebriedad de Mariagna Pratz, esposa de Marcelo Ebrard. Sin embargo, de todo eso ya se ha comentado. Por lo tanto, ante la ausencia de contenidos interesantes y novedosos que valga la pena analizar, he decidido externar hoy sobre un fenómeno y a la vez, una queja.

No es pretexto, pero la vorágine de problemas y cuestiones por resolver, principalmente económicas, agobian no sólo al autor, sino a millones de mexicanos que no pueden antender sus necesidades primarias, o el blog cuando menos. Es por eso que ha cobrado especial relevancia el surgimiento de un nuevo sistema de dinero fácil, que va más allá de comprar un cachito u ofrecer tus cachitos. Lo de hoy es enviar mensajes "ganadores" a tu celular anunciados en televisión y esperar.

Si se es observador o si ya caíste y deseas saber cómo ganas, te podrás percatar de que ¡no hay manera!. La estrategia es que envíes "GANA" o "M" o "SUERTE" a un número de cinco dígitos y creer que por arte de magia o de la misericordia divina cambiará tu vida. Una vez que el televidente promedio ha caido en la trampa (y lo digo por experiencias repetidas, fue en parte por curiosidad, otra por necesidad y la segunda por corroborar) y ha enviado la dichosa palabra al mentado número, recibe casi al instante otro mensaje diciendo: "Ya estás cerca, vuelve a mandar GANA al 56765". Uno pensaría que debe pasar un filtro, por lo que decide acceder. Cuál es la sorpresa cuando recibe otro mensaje igual de nefasto, porque ahora sólo dice: "Ya estás ahora aún más cerca de ganar, vuelve a mandar GANA al 56765". Si algo de dignidad le queda a uno, será suficiente para abandonar la proeza y reconocer que se fue un imbécil, tratar de lvidarlo y trbajar más duro al día siguiente.

No obstante, el negocio de este tipo de tretas mediáticas es infinito, porque no muchas personas cesarán en su segundo intento, porque lo más seguro es que su ilusión los lleve más allá de la desesperación o del crédito de su celular. El dueño o dueños de estas empresas, que prometo buscar, se vuleven multimillonarios gracias a los pobres (¿no sé dónde he visto esa fórmula?), porque cada mensaje o llamada cuesta entre $15 y $45 pesos. Si hablamos de particulares, supongo que tendrán el suficiente afluente para pagar más de dos horas de tiempo aire en televisión. Si hacemos la conversión del costo por 10 segundos y dos horas tienen 432 mil segundos, estaría pagando.... ¡mucho dinero!. Y eso que sólo estamos hablando de la inversión, ¿cuál será entonces la ganancia?

En fin, he liberado mi frustración y espero que si no habían pensado en ello, ahora lo hagan y eviten que se siga subyugando el bien común por unos pocos a costo de muchos. Para salir adelante hay muchas maneras lícitas y más dignas, por lo que en las siguientes entradas de este blog se dejarán brevemente las inquietudes políticas y deportivas y compartiré con ustedes "el secreto" que puede cambiar tu vida.